martes, 12 de abril de 2016

INSOMNIO


Tratamiento farmacológico del insomnio

El tratamiento farmacológico del insomnio debe estar orientado a corregir la causa

fundamental (fármacos contra la ansiedad, antidepresivos o analgésicos) del mismo.

Las pautas generales a seguir en el tratamiento de los distintos tipos de insomnio son las

siguientes:

• Los hipnóticos no benzodiacepínicos son usados para insomnios de conciliación del

sueño (zolpiden, zopiclona, zaleplón); son fármacos no muy fuertes, bien tolerados, y que

producen pocos efectos secundarios.

• Las benzodiacepinasse eligen de acuerdo al tipo de insomnio y a la vida media del

fármaco: se usan BZD de rápida eliminación en casos de insomnio transitorio; y de

acción corta, en los de insomnio de corta duración. En casos de insomnio de larga

duración o crónico se utiliza BZD + terapia cognitivo­conductual y, con frecuencia, se

añaden antidepresivos con efecto sedante (trazodona, amitriptilina, mirtazapina,

mianserina, maprotilina).

• Los neurolépticos con efecto sedante son utilizados en casos de insomnio resistente

(levomepromacina, haloperidol, quetiapina, clozapina y clotiapina).

Tratamiento no farmacológico del insomnio

El tratamiento del insomnio debe tener en cuenta las causas del mismo, así como su

severidad y duración. La clave del tratamiento del insomnio se encuentra en resolver la

causa de su origen y no solo los síntomas. El tratamiento puede ser farmacológico o no

farmacológico.

El tratamiento no farmacológico del insomnio requiere cambios conductuales y de los

hábitos de vida del sujeto afectado. Algunas veces se apoya temporalmente en los

fármacos, al mismo tiempo que se enseña a poner en práctica el tratamiento conductual

escogido. Entre los tratamientos no farmacológicos están:

Hábitos de buena higiene del sueño

• Establecer horarios constantes para acostarse y levantarse.

• Permanecer en la cama únicamente durante el tiempo necesario de sueño (7,5 u 8

horas diariamente).

• Evitar consumir sustancias estimuladoras del sistema nervioso.

• Evitar dormir durante el día.

• Hacer algún tipo de ejercicio físico durante el día.

• No realizar actividades excitantes en las últimas horas del día.

• Tomar baños de agua a temperatura corporal por su efecto relajante.

• Comer en horarios regulares y evitar comer en exceso cerca de la hora de

acostarse.

• Mantener unas condiciones adecuadas de temperatura, iluminación, sonidos y

comodidad en el dormitorio.

Terapias conductuales

• La terapia de control de estímulos busca reasociar la cama con un inicio rápido del

sueño.

• La terapia de intención paradójica busca eliminar el miedo o ansiedad del paciente

ante la probabilidad de no poder dormir. Consiste en pedirle al paciente que intente estar

despierto toda la noche y que no se esfuerce por conciliar el sueño.

• La terapia de relajación muscular progresiva intenta que el paciente alcance una

relajación mental mediante una profunda relajación física.

• Psicoterapia cognitivo­conductual: intenta controlar los pensamientos negativos y la

ansiedad que surge al acostarse (cuando se han dejado de hacer cosas que ocupaban

antes el pensamiento).

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